domingo, 27 de mayo de 2018

El daño moral, social y económico infligido por el Partido Popular a la ciudadanía española exige una reparación inmediata

Si España fuese una república, el Presidente, apenas conocida la sentencia de la Gürtel, no habría tardado ni un minuto en llamar al Primer Ministro del Gobierno para exigirle su inmediata dimisión y la disolución del equipo gubernamental. En el régimen de monarquía parlamentaria, al menos habría sido de agradecer que el Rey, en su calidad de Jefe del Estado, hubiera hecho lo propio con M punto Rajoy. En su defecto, no queda otro recurso que utilizar la vía del Parlamento para llevar a cabo una medida urgente de higiene democrática: expulsar del Gobierno de la Nación a los miembros del Partido Popular, contaminado hasta la médula por la corrupción que infecta todo lo que toca.

La sentencia judicial sobre la primera etapa del caso Gurtel es demoledora: constata la existencia de una contabilidad paralela en el PP durante décadas, y determina que el testimonio en sede judicial del propio presidente del Gobierno no tiene "credibilidad". Una situación políticamente insoportable. Pero España no es una República ni el Rey acostumbra a salir de su bien remunerado far niente, por lo que corresponde al resto de las fuerzas políticas ponerse de acuerdo para echar del Gobierno cuanto antes al corrupto Partido Popular por la única vía restante: la moción de censura en el Parlamento.

Por supuesto, todo este "lío" —en la terminología de M punto Rajoy— se habría evitado si él mismo hubiera tenido el decoro de dimitir motu proprio. Algo impensable en el proceder del líder del Partido Popular que, a fuer de cínico, alcanza el cénit del absurdo al referirse a la trama Gürtel como '14 o 15 casos aislados'. ¿Cuál es el umbral numérico que marca la diferencia entre los 'casos aislados' y la banda organizada de delincuentes?

Un sistema (del griego sýstema 'reunión, conjunto, agregado') es un conjunto de componentes que se relacionan con al menos algún otro componente material o conceptual. El fallo de la Audiencia se refiere a la trama Gürtel como un sistema de corrupción institucional.

Los jueces consideran probado que las empresas de Francisco Correa y el PP crearon "un auténtico y eficaz sistema de corrupción institucional a través de mecanismos de manipulación de la contratación pública central, autonómica, y local". Manipulación llevada a cabo gracias a las buenas relaciones entre los miembros de la trama y los cargos del PP.

Esos cargos tenían posibilidades de "influir en los procedimientos de toma de decisión en la contratación pública de determinados entes y organismos públicos que dirigían o controlaban directamente a través de terceras personas".

Las empresas de la trama corrupta gozaban de "un arbitrario trato de favor en la contratación pública", continúa la sentencia. Inflaban los precios de las adjudicaciones o cobraban comisiones cuando las adjudicatarias eran terceras empresas. Ese dinero se repartía luego entre los cabecillas de la trama y los cargos públicos. Estos últimos, además de dinero líquido, recibían "otro tipo de servicios o regalos prestados por diferentes empresas de esta trama, como eventos, viajes, fiestas, celebraciones, etc. De las que en algunos casos se beneficiaron también sus familiares".


Y la cosa no acaba aquí. Porque la Gürtel sólo es una de las ramas del sistema de corrupción instalado como un parásito en la Administración del Estado en manos del Partido Popular. Que se ha superpuesto a lo que debería ser el sistema normal de gobierno del país. Otras piezas judiciales separadas siguen su curso e irán dando cuenta de otras  irregularidades en la Comunidad Valenciana, en la de Madrid y en numerosos Ayuntamientos. Personajes tan relevantes en la estructura del PP como Jaume Matas, Ignacio González, Francisco Granados o el más reciente, Eduardo Zaplana, han ido a dar con sus huesos en prisión. Sin olvidar a Rodrigo Rato, pendiente también de la justicia.

Esta conducta del Partido Popular, apestando la vida política española, coincide con los tremendos recortes presupuestarios que ha aplicado en las partidas de protección social. Coincide con el rescate de la gran banca española, que se ha embolsado 50.000 millones en intereses de la deuda pública triplicada por M punto Rajoy y 42.000 millones del rescate bancario pagados con cargo al contribuyente. Coincide con las reformas de la legislación laboral que han precarizado las condiciones de empleo de la población joven. Coincide con la agresión sin precedentes llevada a cabo contra los pensionistas.

En consecuencia, el daño moral, la devastación social y económica infligida por el Partido Popular a la ciudadanía española exige una reparación urgente. Se impone echar —sí, echar es la palabra adecuada— al Gobierno de M punto Rajoy y sustituirlo por un Gobierno de Emergencia que lleve a cabo una serie de tareas de higiene democrática. Entre ellas y de forma inmediata: la derogación de la ley mordaza, la reforma de pensiones de 2013 perpetrada por el PP y las leyes de reforma del mercado laboral.


El siguiente paso consistiría en abordar una agenda social que articulara una serie de medidas encaminadas a indemnizar económicamente a las víctimas de las políticas socialmente devastadoras aplicadas por el Partido Popular. Medidas que tendrían que contemplarse en el Presupuesto de 2019.

El primer acto, echar a M punto Rajoy, ha sido puesto en marcha por Pedro Sánchez a través del mecanismo de la moción de censura al Gobierno. El secretario general del PSOE sigue así el procedimiento previsto por la Constitución Española:

Artículo 113
1. El Congreso de los Diputados puede exigir la responsabilidad política del Gobierno mediante la adopción por mayoría absoluta de la moción de censura.
 

2. La moción de censura deberá ser propuesta al menos por la décima parte de los Diputados, y habrá de incluir un candidato a la Presidencia del Gobierno.

Al vocerío político y mediático de la derecha española le ha faltado tiempo para salir en tromba atacando la iniciativa de Pedro Sánchez. En concreto, la derecha naranja del partido Ciudadanos pide retirar la moción de censura y convocar nuevas elecciones.

Entrar en un periodo electoral no haría más que aumentar la inestabilidad pudriendo, aún más si cabe, la situación. Porque el primer efecto indeseable sería mantener durante ese tiempo a M punto Rajoy al frente del Gobierno como presidente en funciones. Oficio que ya ha desempeñado tras la fallida convocatoria electoral en la que los intereses partidistas de las distintas formaciones políticas impidieron un acuerdo. Un panorama absolutamente indeseable porque conjugaría la inactividad gubernamental con la actividad destructora de pruebas, V.g.: ordenadores a martillazos, marca de la casa Génova.

Por el contrario, si triunfa la moción de censura, el relevo es inmediato, ya que el nuevo presidente ni siquiera debe presentarse a un debate de investidura

Artículo 114
2. Si el Congreso adopta una moción de censura, el Gobierno presentará su dimisión al Rey y el candidato incluido en aquélla se entenderá investido de la confianza de la Cámara

 

Es el momento, no sólo de Pedro Sánchez, sino del conjunto de la oposición, para poner en práctica una actitud y un talento políticos a la altura de las circunstancias. Quién sabe, a lo mejor, esta vez hasta son capaces de actuar pensando en las necesidades del conjunto de la ciudadanía española.





miércoles, 16 de mayo de 2018

Matanza en la Franja de Gaza

La reciente matanza indiscriminada de civiles palestinos a manos del ejército israelí en la valla de separación de la Franja de Gaza constituye un nuevo episodio de la Historia General de la Infamia. Que se produce ante la indiferencia general de la opinión pública europea que no exige a sus dirigentes una condena rotunda de esta sangrienta realidad.

La Franja de Gaza fue escenario el pasado lunes de una jornada mucho más sangrienta aún, si cabe, en su triste historia. La marcha de protesta de decenas de miles de palestinos en el límite de la Franja con Israel contra el traslado de la Embajada de EE UU a Jerusalén se saldó con una auténtica matanza de civiles. Al menos 60 manifestantes perdieron la vida bajo las balas del ejército israelí, cuyos disparos  causaron asimismo más de un millar de heridos.

Médicos Sin Fronteras (MSF) calificó de "inaceptable e inhumana" la muerte a tiros de 60 manifestantes palestinos: "Es insoportable ser testigo de tanta gente asesinada en tan poco tiempo", señaló en un comunicado la representante de MSF en Gaza, Marie-Elisabeth Ingres. "Nuestros equipos están trabajando sin descanso, operando a hombres, mujeres y niños. En uno de nuestros hospitales, la caótica situación es comparable a lo que observamos tras los bombardeos de la guerra de 2014, con un flujo masivo en muy pocas horas", agregó Ingres.

No se puede ocultar que algunos de los manifestantes expresaron su ira y su frustración con actitudes violentas. Pero la realidad es que es la diferencia de fuerzas es abrumadora: los gazatíes tienen piedras, neumáticos incendiados y precarios cócteles molotov mientras que los israelíes se enfrentan a ellos con un poderoso ejercito.

La Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos denunció el martes que Israel mata de una forma que "parece indiscriminada" y recordó que querer saltar o dañar una valla fronteriza (la de Gaza) no justifica el uso de munición letal.

Matanza es el término que mejor define la acción de Israel en este sangriento episodio. Una matanza ante la que las palabras de condena suenan huecas a fuerza de haber sido mil y una veces repetidas en tantos otros sangrientos episodios de la Historia Universal de la Infamia. 


"Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda", advirtió el también asesinado Martin Luther King, líder estadounidense de los derechos civiles. Martin señaló la enorme complicidad del silencio en todos los conflictos. "Llega la hora en que el silencio es traición", "al final, recordaremos no las palabras de nuestros enemigos, sino el silencio de nuestros amigos". "No nos parecerá lo más grave las fechorías de los malvados, sino el estremecedor silencio de las buenas personas".

Indiferencia, o tibieza en la calificación de estos hechos sangrientos, patente en la actitud de los dirigentes europeos, —gente que debería ser buena al menos en lo que toca al ejercicio de sus cargos de mandatarios de naciones civilizadas—. Y lo peor no es tanto que estos dirigentes —con la notable excepción de Emmanuel Macrón— no condenen con rotundidad la matanza de Gaza, sino que tampoco haya una opinión pública mayoritaria —una buena ciudadanía—que les exija hacerlo.


En su autobiografía El mundo de ayer, un panegírico a la cultura europea que consideraba para siempre perdida, el escritor Stefan Zweig(*) denunciaba cómo había disminuido la 'conciencia moral del mundo' durante el periodo de entreguerras.

Y es que la conciencia moral del mundo todavía no estaba tan agotada ni desalentada como lo está hoy, aún reaccionaba con vehemencia, con la fuerza de una convicción secular, ante cualquier mentira manifiesta, ante toda violación del derecho internacional y de los derechos humanos. Una violación de la ley, tal como la invasión de la neutral Bélgica por Alemania  –algo que hoy apenas sería objeto de críticas serias, desde que Hitler ha convertido la mentira en una cosa natural y ha elevado a la categoría de ley todo acto antihumano– en aquellos días todavía era capaz de sublevar al mundo de un extremo a otro. El fusilamiento de la enfermera Cavell y el torpedeamiento del Lusitania fueron más nefastos para Alemania –debido a un estallido de indignación ética universal– que una batalla perdida. 


La manifestación del lunes fue la última de una serie de protestas organizadas desde el 30 de marzo de 2018 para conmemorar los 70 años de la expulsión de más de 750.000 personas palestinas de sus hogares en 1948. Estas manifestaciones han sido violentamente reprimidas por las fuerzas israelíes. Hasta la fecha, más de 100 personas palestinas han sido asesinadas y otras 12.271 han resultado heridas, incluidos 100 menores de edad. Además, el personal médico y las instalaciones también han sido blanco de fuego, lo que ha provocado lesiones a 211 miembros del personal médico y daños a 25 ambulancias, según la OMS.

Escribo estas líneas para no contribuir a la iniquidad con mi silencio. Aunque me gustaría saber dónde reside hoy esa conciencia moral capaz de producir un estallido de indignación ética ante los crímenes de toda índole que se producen en el mundo.


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(*) Desesperados ante el futuro de Europa y su cultura, pues creían que el nacionalsocialismo se extendería a todo el planeta, Zweig y su esposa se suicidaron el 22 de febrero de 1942 en Petrópolis (Brasil). En su despedida, Zweig había escrito: «Creo que es mejor finalizar en un buen momento y de pie una vida en la cual la labor intelectual significó el gozo más puro y la libertad personal el bien más preciado sobre la Tierra».