martes, 27 de junio de 2017

Una vergüenza nacional: siete de cada 10 hogares no llegan a fin de mes, según Cáritas.

Según el informe 2017 de Cáritas, siete de cada 10 hogares siguen sin poder llegar a fin de mes. El 70% de los hogares no ha percibido los efectos de la recuperación económica. En los hogares bajo el umbral de la pobreza, sólo un 9% percibe que la recuperación económica ha mejorado sus condiciones de vida. La mitad de las familias (50,1%) carecen hoy en día de una red de seguridad. Mientras, Unidos Podemos aspira a remediar la pobreza infantil dándole a cada niño pobre la fastuosa ayuda de 50€ al mes.


El lodo de la corrupción que enfanga la vida política de este país conlleva un daño colateral: oculta bajo su apestoso manto las dificultades a las que se enfrentan a diario los millones de personas que sufren los efectos directos de la crisis económica. Durante la última década, la clase política, empresarial e institucional de España, con la colaboración de los medios informativos que controla, ha escrito una de las páginas más negras de la Historia General de la Infamia. Es la historia del abandono a su suerte de la gente más desfavorecida.

Porque la crisis económica provocada por los manejos delicuenciales de los gestores de la banca ha puesto de relieve que la regla de oro del capitalismo, que fundamenta el beneficio en la asunción del riesgo por parte del empresario, no se cumple. Al menos por lo que respecta a las grandes corporaciones y conglomerados monopolísticos. Aquí se ha ayudado con dinero público a la banca, a las eléctricas, a las constructoras, a las autopistas, en vez de ayudar a las capas más débiles de la sociedad sobre las que ha recaído el verdadero coste de la crisis. En lugar de castigar a los banqueros, se ha castigado a la gente: a los trabajadores, a los parados, a los pensionistas más humildes.

Desde el Gobierno, Mariano Rajoy, jefe orgánico del partido que alberga a la banda de corruptos y saqueadores de lo público, intenta convencernos de que la crisis económica ha terminado. Sea ello cierto o no en términos macroeconómicos, Cáritas española, la organización socio-caritativa de la Iglesia católica, denuncia que siete de cada 10 hogares españoles no han notado los esfuerzos de la recuperación económica y apenas un 10% de las familias han visto mejorar su situación.

En su informe Análisis y perspectivas 2017, la Fundación Foessa ligada a Cáritas continúa ofreciendo la serie de análisis sociológicos que viene publicando desde hace décadas. En su edición de este año, dedicado a la 'Desprotección social y estrategias familiares'. Durante la presentación, el secretario general de Cáritas, Sebastián Mora, sintetizó así los datos del informe de su entidad: "Hemos naturalizado la pobreza. Hemos normalizado que la gente lo pase mal. Nos hemos desmoralizado [...] Las personas excluidas no están en el debate público, no son una prioridad. Hablamos de corrupción, de liderazgo político, de los extremismos en Europa, del terrorismo islámico... Son temas de calado y profundidad, pero también la situación de las familias pobres" subrayó Mora.

De hecho, el informe constata cómo tres años después del "fin de la crisis", el 70% de los hogares no ha percibido los efectos de la recuperación económica. En los hogares bajo el umbral de la pobreza, sólo un 9% percibe que la recuperación económica ha mejorado sus condiciones de vida. "Los que más sufrieron la crisis, son los que están, hoy, peor".

El documento de Foessa señala que sólo el 27% de los hogares de nuestro país están experimentando los efectos de la recuperación económica, aunque la evolución en las condiciones de vida prácticamente no se notan. Así, la mitad de las familias (50,1%) carecen hoy en día de "una red de seguridad", un dato peor que antes de la crisis; seis de cada diez ciudadanos no tienen capacidad de ahorro, ni podría resistir a una nueva crisis, o hacer frente a una reforma en su casa. Seis de cada diez hogares siguen sin poder llegar a fin de mes. Sólo un 20% podría aguantar tres meses en paro.

En cuatro de cada diez familias españolas ha empeorado la capacidad para hacer frente a problemas de salud no cubiertos por el Sistema Nacional de Salud, pagar refuerzos educativos a los hijos, afrontar el pago de recibos energéticos o garantizar la estabilidad en el empleo o los ingresos de algún miembro de la familia. En ninguno de los 17 indicadores utilizados por los analistas se supera el 10% de hogares que hayan experimentado una evolución positiva respecto a 2008, el año en el que nadie hablaba de crisis en España. 

Señala el informe, en su editorial, un aspecto coincidente con la tesis genérica que viene siendo defendida por el autor de este blog, tanto en esta página como en otras obras:

Sabemos que el empleo es una herramienta fundamental en el proceso de integración social. Pero su debilidad, tanto cuantitativa como cualitativa, le está convirtiendo en una estrategia cada vez más relacionada con el sobrevivir y menos con el bienestar. Cuando las personas van perdiendo cada vez más su capacidad de maniobrabilidad en el mercado de trabajo (elección, control del tiempo, carrera profesional, cualificación…)el empleo tiende a ser para las capas de población más precarizadas, más supervivencia y menos desarrollo. La sociedad española es ya consciente de la existencia de trabajadores y trabajadoras pobres, que antes de la crisis estaban muy vinculadas a la temporalidad y a la economía sumergida, y que ahora han aumentado también sus vínculos con la parcialidad y los cambios en la regulación laboral.

La confirmación de esta realidad, subrayamos a nuestra vez, conduce a buscar alternativas al empleo concebido como un fin en sí mismo. El informe Foessa no contempla en ningún momento la Renta Básica Universal que, tal como están las cosas, aparece cada día con mayor nitidez como el sistema menos malo para remediar la pobreza. El resto: el asistencialismo y el empleo precario han demostrado su fracaso más estrepitoso. En cuanto al ‘empleo digno' o ‘garantizado' para la mayoría de la población es una entelequia en la era de Cuarta Revolución Industrial, caracterizada por una robotización a gran escala.

La pobreza afecta de manera significativa a la infancia. En ese sentido, el partido Unidos Podemos acaba de presentar una propuesta para ayudar a los niños pobres. "Un país que no se ocupa de la infancia y sí de los bancos o los corruptos, tiene un problema con la democracia", asegura Iglesias, secretario general de Podemos. Un bonito discurso, pero el demonio está en los detalles. Porque lo más sorprendente del plan consiste en garantizar por ley 1.200 euros al año a los niños pobres "una medida que quiere "sacar de la pobreza severa a 800.000 menores" en cuatro años.

¿De verdad es este un plan para acabar con la pobreza infantil o un mísero parche destinado a perpetuarla? El plan comenzaría ofreciendo 600 € anuales (50 al mes) los dos primeros años; 900 € (75 al mes) el tercer año, para llegar, el cuarto año, a los 1.200 € (100 al mes). No hará falta que les diga que cuando esta formación jugueteó de manera frívola con la Renta Básica [todavía hay mucha gente que no lee los programas y piensa que Podemos mantiene esa propuesta] utilizaban los parámetros OCDE que sitúan el umbral de pobreza en torno a 600 euros mensuales. ¿Cree alguien en su sano juicio que con 100 euros al mes, que en el mejor de los casos llegarían en 2021, van a solucionar la pobreza.

Por favor, que alguien lo aclare. Díganme que sólo es una broma, una broma de pésimo gusto, cruel, pero tan sólo una broma. Porque, si es verdad que el partido político que tanto enfatiza (ahora) su ideario de izquierda no tiene otro plan mejor para acabar con la pobreza infantil, la sensación que nos invade es el llanto.




No hay comentarios:

Publicar un comentario